Al entrar a esta casona construida por el arquitecto Antonio Rivas Mercado, resulta imposible fijar la mirada a un aparato en especial, todo lo que ahí se exhibe quiere robar la atención del visitante. Pero es Markus Frehner, director del museo, quien conduce el recorrido por el lugar al tiempo que cuenta interesantes historias sobre cada integrante de la colección.

Así, en el camino se mira un reloj inglés de 1705, hecho por el relojero real de Ana Estuardo, primera reina del Reino Unido; una Victrola de 1923, la cual valía poco más que un Ford de la época; un reloj de pie alemán de 1875, fabricado en ébano.

Además de ser un museo que permite viajar por el tiempo, a través de sus aproximados 1,500 aparatos vetustos; es un Centro de Servicio de Relojes y Aparatos antiguos donde ingenieros, ebanistas, barnizadores, joyeros y electricistas reparan, restauran y dan mantenimiento a todo tipo de relojes, aparatos mecánicos y eléctricos. Quien esté interesado, puede adquirir una pieza restaurada del museo; la oferta contempla relojes de los siglos XVIII, XIX y XX; aparatos musicales mecánicos, aparatos mecánicos y eléctricos de los siglos XIX y XX. O quien lo requiera puede mandar a fabricar relojes monumentales para iglesias, industrias o empresas.