La última morada del Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, es la sede de la Fonoteca Nacional. Aquí se resguarda el patrimonio sonoro de México.

A este espacio se le conoce también como Casa Alvarado pues, según se dice, ahí vivió Pedro de Alvarado.

La arquitectura de esta casona, del siglo XVIII, luce detalles andaluces y moriscos. La puerta principal, labrada en madera fina, está inspirada en una de las puertas del Colegio de San Ildefonso. Y en su portal se mira una escultura de San Juan Nepomuceno.

Para albergar la fonoteca, la casa fue intervenida por arquitectos, historiadores y restauradores quienes le devolvieron sus características arquitectónicas y los colores originales. También se acondicionaron espacios para convertirlos en auditorio, la biblioteca Salvador Novo, salas de exhibiciones, galerías y estudios de grabación y postproducción.

No hay que perder de vista la amplia y exquisita cartelera para conocer todas las actividades relacionadas con el sonido, realizadas en cada uno de sus espacios. En la audioteca Octavio Paz se presentan Círculos de escucha donde se oyen materiales del acervo con diversas temáticas, una de estas ha sido Julio Cortázar y el jazz.

Otro lugar que merece atención es el Jardín Sonoro, equipado con un sistema multicanal de audio de alta calidad. La intervención hecha por el arquitecto holandés Kees van Rooij, le devolvió la vegetación que caracteriza al barrio mágico de Coyoacán. Acompañado de encinos, cipreses y naranjos se oyen piezas de arte sonoro, composiciones experimentales, obras poéticas y conciertos.