Inmensas áreas boscosas pobladas por oyamel, encino, pino y cedro blanco se miran por doquier. Arroyos y manantiales salen al encuentro entre laderas y cañadas.

Desde 1998 esta área natural ha sido un regalo para la CDMX, para quienes aman acampar, pescar, practicar deportes extremos, pasear en familia y a caballo, andar en bici y hasta observar aves.

El paisaje siempre verde del rededor es la constante a donde quiera que se vaya. Sus instalaciones se prestan para apreciar desde lo alto el panorama cuando se decide por la tirolesa.

Sus proyectos de conservación y educación ambiental, sus talleres y granjas didácticas permiten un acercamiento con el entorno natural y rural.

En este andar por el parque es preciso llegar al lago si lo que se desea es pescar y preparar la captura en cualquiera de los asadores.

Para los ciclistas profesionales, aquí hay circuitos diseñados con diferentes niveles de dificultad. También hay rutas para caminatas de larga duración.

Las paredes rocosas se prestan perfectas para la práctica de escalada en roca. No hay que perder de vista las granjas didácticas, los viveros orgánicos, el venadario y las diversas actividades en pro del medio ambiente.